LOS MATIRES

En este sector, entre las calles novena y once, en el costado occidental de la avenida Caracas, la historia se recrea en las sólidas figuras de la otrora Quinta de Segovia, hoy Batallón de Reclutamiento, el Hospital San José y la renovada plaza España.

Click para ampliarA escasas dos cuadras de todo, el famoso «Bronx», nombre con el que se conoce al sórdido, complicado y crítico sector que antes fue El Cartucho, y cuyos habitantes migraron como consecuencia de la construcción del parque Tercer Milenio. Pero no hay que asustarse, Los Mártires es una localidad de contrastes, ésta es su gracia y su encanto.

No se puede hablar de la localidad 14 sin hacer referencia a su actividad educativa.

En el barrio Eduardo Santos se encuentra la bien llamada «manzana educativa», que concentra en un pequeño cuadrante cuatro instituciones. En la calle 11 con carrera 19, se encuentra un monumento histórico en peligro, el Colegio Agustín Nieto Caballero, construido en la década de los años veinte. Sobre la calle 13 con carrera 16 se erige con grandeza y modestia -y no es contradicción- el Instituto Técnico Central La Salle, donde funcionó la primera Escuela de Artes y Oficios de Bogotá y se instaló la primera escalera de hormigón de la ciudad. Para completar, en la calle 19 con carrera 19 se levantan majestuosas las torres estilo neogótico del claustro de Sans Façon, en cuyos predios funciona el Colegio de Nuestra Señora de la Presentación, en su sede del centro.

La creación y desarrollo de los medios de comunicación en Colombia también tuvo asiento en Los Mártires: el Teatro San Jorge, en el barrio San Victorino, vio nacer el radioteatro en Colombia y fue el sitio de referencia del cine mundial en Bogotá, a partir de 1939.

Diagonal a este escenario, se encuentra la casa de quien compuso la música de nuestro himno nacional.

Además del potencial turístico, fuertemente ligado a su riqueza histórica, arquitectónica y patrimonial, Los Mártires es también una localidad con una gran actividad productiva en el comercio de bienes y servicios, así como en la producción industrial para el consumo interno y la exportación.

Se lo decimos en una frase: si usted no conoce Los Mártires no nos diga que conoce el centro de Bogotá.

MONUMENTO

MONUMENTO
os Mártires es una localidad apasionante, por compleja, por contradictoria, porque nos cuenta historias que muchas veces no queremos o no sabemos escuchar. Una localidad donde el patrimonio arquitectónico habla del espíritu de épocas durante las cuales se creía en la libertad como el bien supremo, en las que era importante pensar y construir una identidad nacional. Es sobrecogedora porque, además de llevarnos y traernos de la mano por la infancia de la ciudad motorizada, con la imagen nostálgica del tren en la Estación de la Sabana, nos enfrenta, tan sólo pasando un carril de la calle 13, con la actualidad del transporte masivo y a un costado, con la historia idílica de los viejos molinos y los pasajes habitacionales como el Pasaje Gómez, en la calle 16 con carrera 16, precursores de los conjuntos multifamiliares actuales como el de Colseguros, en la misma localidad. Es una de las más complejas del Distrito Capital. Grandes deficiencias económicas y marginalidades sociales conviven con su enorme riqueza histórica, patrimonial, cultural, educativa, industrial y comercial. La historia republicana y la Bogotá moderna tienen referentes protagónicos en esta localidad. Pero con frecuencia las percepciones negativas asociadas con realidades altamente problemáticas, como la zona de alto impacto, el habitante de calle y los altos niveles de informalidad, configuran un sombrío imaginario que desconoce todo lo que de pujante, productiva y positiva tiene la localidad. Pero hay que atreverse a caminarla. Hay que caminar esta localidad para saborear despacio su patrimonio vivo en la memoria de personas que cuentan cómo desde allí ha evolucionado esta ciudad; para descubrir con asombro la belleza de estructuras arquitectónicas que sobreviven milagrosamente, en medio de la precariedad de edificios y casas deterioradas por el abandono o por el abuso. Hay que perderse y encontrarse en el laberinto de sus calles, en las dichosas direcciones del Samper Mendoza y del barrio Santa Fe. Caminando Los Mártires hemos experimentado la emoción del reencuentro, o mejor, los rincones profundos del alma del centro de Bogotá. Su nombre tiene que ver con los mártires de la Independencia en cuya memoria se erigió El obelisco, monumento vecino a la Basílica del Voto Nacional, memoria sagrada del acuerdo que le puso fin a la Guerra de los Mil Días, en los albores del siglo XX.

domingo, 30 de octubre de 2011

Monumento a los Mártires:
Un homenaje a los héroes de la independencia y además a las víctimas de la guerra civil en el año de 1861, amamos del rebelde Tomas Cipriano de Mosquera quien fusilo en este mismo lugar a sus prisioneros de guerra.


Está ubicado en Av. Caracas por Calle 10 y 9.



El Monumento a los Mártires de la Independencia
No fue sino en 1850 que se planteó por primera vez levantar un monumento en la Huerta de Jaime. En ese entonces la Provincia de Bogotá, por medio de su Cámara de Diputados, expidió el 23 de octubre la ordenanza 112, “sobre honores á la memoria de los mártires de la Independencia”. Considerando que la Huerta de Jaime había sido uno de los escenarios donde se había efectuado la represión del “Régimen del Terror”, se declaró que de ahora en adelante la plaza dejaría de ser “de Jaime”, para ser la “Plaza de los Mártires”. El artículo segundo de la ordenanza especificaba cómo debía ser el monumento:

“En el centro de la Plaza de los Mártires se levantará una modesta columna de piedra de sillería, en la cual se inscribirán los nombres de los Próceres de consagración pública que allí murieron sacrificados por su amor á la Independencia de América, y á continuación la siguiente inscripción:
La Provincia de Bogotá honra su Memoria”

Sin embargo, esta ordenanza no se cumplió, y no fue sino hasta inicios de la década de 1870 que el proyecto del monumento volvió a ser de interés. Establecida ya que la fecha de la Independencia Nacional sería el 20 de julio, la Municipalidad de Bogotá promovió un acuerdo donde se autorizaba a la Comisión del Aniversario Nacional para la construcción del obelisco. Fue precisamente el 20 de julio de 1872 que el presidente de la República Manuel Murillo Toro colocó la primera piedra, en medio una procesión solemne que partió de la Plaza de Bolívar y que incluía cuerpos militares, música, la presencia de funcionarios públicos y eclesiásticos, junto con una gran concurrencia de todas las clases sociales.

A inicios de 1880 el monumento estaba concluido, y el 4 de marzo de ese año fue inaugurado solemnemente por el presidente Julián Trujillo, mientras se entonaba “un himno cantado por mil niños de uno y otro sexo de las escuelas oficiales y para el cual se inspiró el profesor Sindici”. Recordemos que fue Sindici el que le dio letra a nuestro himno nacional.

El monumento original consistía en un obelisco compuesto de una aguja de 17 metros de alto que descansaba en un “dado” labrado. El conjunto estaba apoyado en una base amplia de piedra, que inicialmente también servía de base para 4 esculturas alegóricas de 2 metros cada una, ubicadas en los ángulos del monumento, y que representaban a la Libertad, la Gloria, la Paz y la Justicia. Al mismo tiempo, se grabaron en placas de mármol los nombres de los principales mártires que murieron entre 1816 y 1819 –aunque no todos los nombrados fueron fusilados en la Huerta-, colocando en espacios de honor los nombres de Policarpa Salavarrieta, Camilo Torres, Francisco José de Caldas y Antonio Baraya. También se ubicó en uno de los lados de la aguja la siguiente frase del poeta romano Horacio: “Dulce et decorum est pro Patria mori”, que significa “Dulce y honroso es morir por la Patria”.

Una reflexión final
Los monumentos son edificados para ayudar a la creación de una conciencia colectiva a partir de unos símbolos que son representados de diversas formas. En el caso del Monumento de los Mártires, se hace un homenaje al sacrificio en aras de algo mucho más valioso que la vida individual, y que en un principio fue representado en las cuatro estatuas que ya no están: la Libertad, la Gloria, la Justicia y la Paz… la República, en últimas, que es capaz de aglutinar esos conceptos y muchos más, tales como la democracia y la tolerancia, que son tan preciados para nosotros. Como lo decían a finales del siglo XIX, en esas cuatro ideas está el pensamiento de los que pelearon por la libertad, aún a costa de sus vidas. Hagamos propio otra vez ese proyecto, dándole nuevo significado y nueva vitalidad. Ya Caicedo Rojas se lamentaba que en Colombia no existían la Paz y la Justicia, y aún no existen.

¿Qué haremos entonces? Una primera y respetuosa aproximación al pasado, reconociendo el sacrificio hecho por nuestros mayores para construir este país, recordando cuáles fueron los ideales por los que entregaron todo, cuáles son nuestros ideales –y verán que tanto ellos como nosotros estamos luchando por lo mismo-, y con la certeza de que falta muchísimo por hacer y un gran camino por recorrer, es ya un buen comienzo.

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